Madurar es CONFORMARSE.

sábado, 11 de abril de 2009

Desvaríos.

La imperfección, al fin y al cabo, hace que todo sea más perfecto. Son esos pequeños detalles que te ayudan alcazar la felicidad, sólo un instante, ya que no es algo eterno.

Viene y va.
Va y viene.
Se vuelve a ir, pero volverá.

Imaginate un mundo sin rencor, sin odio, sin dolor, sin ni siquiera una lágrima. Un mundo en el que nadie sufriera ni un segundo, en el que las discusiones no existen, en el que cuando te caes mil manos se ofrecen a ayudarte.

Un mundo ideal. Perfecto.
¿De verdad?

Parate a pensarlo, sólo un minuto.

Sin rencor, no podrías apreciar un perdón; sin dolor, no significaría nada la alegria; sin lágrimas, no notarías el calor del que llora contigo. No serías capaz de apreciar los grandes momentos que vives, las contadas manos que realmente se ofrecen cuando estás bajo tierra.

Nunca podrías sentirte querido, no podrías apreciar un abrazo, una sonrisa... Nada.
Son esos momentos en los que sientes que no merece nada la pena los que hacen que la vida sea perfecta. Los que causan detalles que desembocan en felicidad.

Tan sólo hay que recordar ese tópico de que por muy larga que sea la noche, siempre sale el sol.








Disfruten

1 comentario:

lsdpg dijo...

bueno, de vuelta por aquí, que ya estaba perdiendo las buenas costumbres jeje

y nada, que llevas razón, yo tampoco quiero un mundo perfecto, porque yo no quiero ser perfecto, ni quiero que los que estén a mi alrededor lo sean, porque se que tienen defectos, más grandes o más pequeños, pero esa es otra más de sus virtudes

un besínnn